Llegará un día en que el neón sea considerado una de las Bellas Artes, el noveno; si pensamos que el octavo sería la televisión.
No hay nada más bello (en realidad si, pero es con la intención de que suene bonito) que un anuncio en neón bien realizado y que le de un poco de vida a la noche.
Gracias a los anuncios de Neón uno puede tomar decisiones importantes, como comer en un local de comida rápida que vende hamburguesas que saben peor que el piso, o meterse a un hotel de paso que pudo haber salido alguna vez en el alarma.
La luz neón crea lo que a mi me gusta llamar paisajes pop, ese tipo de lugares que a mi me emboban más que estar observando las cascadas de cola de caballo de Nuevo León, después de todo: que puede tener de estético algo sobre lo que el hombre no tuvo ninguna intervención.
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