No recuerdo hace cuanto fue que te ví intentando pasar entre dos coches al bajar por Palmas; yo escuchaba a Nick Cave y tus ojos cafés me parecieron perfectos para escuchar The Mercy Seat. Volteaste a verme con cara de desesperación y yo sonreí; para mi sorpresa tú hiciste lo mismo y esa sonrisa me dejo sin pensamiento por un momento. Cinco minutos después sólo habiamos avanzado una cuadra; volteé a verte e hiciste una señal de que debía bajar mi ventanilla; platicamos un poco acerca de lo pesado que es enfrentarse al tráfico solo. Decidí dejar mi coche en la calle que da al Sanborn´s y aborde el tuyo dispuesto a pasar el tráfico contigo; después habría tiempo de regresar por mi coche. Comenzamos el camino: las típicas presentaciones: nombres, trabajo, escuela, amigos, música, cine, tráfico. Si te soy sincero, en un momento te dejé de prestar atención; tus ojos cafes tras los lentes de pasta y tus redondos y pequeños senos me impidieron saber que decías. En Polanco ahondamos acerca de
Nada serio, todo real