Solía estar contigo cada vez que me necesitabas y eso me gustaba; me hacía sentirme útil y pensar que podría salvarte de muchas cosas: incluso de ti misma. Solía platicar contigo y al escucharte dejar escapar un consejo, alguna canción, película o algo que simplemente no sabías, me veías admirada y hasta cierto punto sabía que me veías como si yo fuera un maestro o alguien que podía ayudarte a sobrellevar la vida.
Siempre me gustó esa parte de nuestra relación; sin embargo en muchas ocasiones sentía que mi presencia te hizo entrar en una zona de comfort que te evitaba enfrentar tu vida como debías hacerlo, mi protección comenzó a estorbarte y solías evitar las situaciones de conflicto en tu vida.
Intenté dejar de causarte ese daño y me portaba muy impersonal, traté de hacerte tomar tus decisiones dejando de ayudarte y eso fue algo que nunca me perdonaste.
Fue así que comencé a desgastarme; no me cansaba ayudarte, pero me causo conflicto pensar que dependías de mí más de lo necesario; no quería estar contigo pues sabía que me veías como una droga, como un escape de la realidad y yo siempre estuve dispuesto a ser tu droga favorita; pero me sentía culpable por ser una adicción más que una distracción.
Por eso fue que un día me marché dejándote con tu personal síndrome de abstinencia; fue una rehabilitación forzada en la que la droga abandonó al usuario; creíste que sin mi no podías vivir y buscaste maneras de sustituirme o destruirme.
Yo te observaba callado; después de esos primeros días; comenzaste a crecer y a demostrar que podías vivir sin mí, lo que me llenaba de satisfacción. Ahora simplemente me recuerdas como el tipo que solía hacerte creer que el amor era algo de fiar.
Y mientras tu construías una vida sin mí; yo me dediqué al nihilismo por completo; tal como me recuerdas: aislado, sin preocupación por el futuro y con muy marcadas etapas maniaco depresivas. No nos hemos visto desde hace años y puedo decir que no te he extrañado; sin embargo alguna vez que te vi de lejos; caminando con una felicidad contagiosa, no pude evitar pensar en la Canción para ligar de Los Planetas.
Siempre me gustó esa parte de nuestra relación; sin embargo en muchas ocasiones sentía que mi presencia te hizo entrar en una zona de comfort que te evitaba enfrentar tu vida como debías hacerlo, mi protección comenzó a estorbarte y solías evitar las situaciones de conflicto en tu vida.
Intenté dejar de causarte ese daño y me portaba muy impersonal, traté de hacerte tomar tus decisiones dejando de ayudarte y eso fue algo que nunca me perdonaste.
Fue así que comencé a desgastarme; no me cansaba ayudarte, pero me causo conflicto pensar que dependías de mí más de lo necesario; no quería estar contigo pues sabía que me veías como una droga, como un escape de la realidad y yo siempre estuve dispuesto a ser tu droga favorita; pero me sentía culpable por ser una adicción más que una distracción.
Por eso fue que un día me marché dejándote con tu personal síndrome de abstinencia; fue una rehabilitación forzada en la que la droga abandonó al usuario; creíste que sin mi no podías vivir y buscaste maneras de sustituirme o destruirme.
Yo te observaba callado; después de esos primeros días; comenzaste a crecer y a demostrar que podías vivir sin mí, lo que me llenaba de satisfacción. Ahora simplemente me recuerdas como el tipo que solía hacerte creer que el amor era algo de fiar.
Y mientras tu construías una vida sin mí; yo me dediqué al nihilismo por completo; tal como me recuerdas: aislado, sin preocupación por el futuro y con muy marcadas etapas maniaco depresivas. No nos hemos visto desde hace años y puedo decir que no te he extrañado; sin embargo alguna vez que te vi de lejos; caminando con una felicidad contagiosa, no pude evitar pensar en la Canción para ligar de Los Planetas.
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