Un día no pudo salir de su cama, siempre se tardaba en abandonar las cobijas y comenzar la vida, pero ese día en particular le fue imposible; no pudo enfrentar ese mundo que le aplastaba cada vez más y le hacía caminar encorvado. Odiaba despertar enojado, maldiciendo el momento de ver la luz; detestaba no sentirse a gusto para salir. Era uno de los indicios de que algo estaba mal. Se sabía que estaba bien, o al menos que no estaba mal cuando tomaba fotos, era una manera de prolongar esos momentos, vistas o personas que le recordaban que valía la pena salir de la cama. Y tenía, además una frase: "guardaré en mi memoria todo lo que no puedo tener en foto". Se arrepentía de esos momentos que no podía fotografiar y los apuntaba cuidadosamente en una libreta o intentaba dibujarlos. Y ese día, que no pudo salir de su cama, se dio cuenta de que llevaba más de un mes que no tomaba una sola foto, así que debajo de sus cobijas se dio tiempo de ver varías de las fotos que tenía, junto
Nada serio, todo real