Escogiste un mal día para morir, el sol no es tan malo y el aire ha despejado el cielo; yo por mi parte estoy durmiendo enojando y despertando triste o quizá durmiendo triste y despertando enojado.
Tus ojos se pierden en la carretera, no sabes en que momento giraras el volante y, a propósito, chocarás; sigues las líneas que has seguido mil veces, pero sabes que pronto desaparecerán.
Yo podría matarte con mis palabras: estoy cansado y cada una de las cosas que me rodean pueden hacerme llorar, he perdido fuerza y cada vez me debilito más, veo tus ojos en las líneas y no sé si moriré también o si bajaré del auto.
Escogiste un mal día para morir, estoy muy débil y esta vez, por primera ocasión, no podré hacer nada para evitarlo (de hecho soy yo quien necesita que lo salven).
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