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De pláticas y el Viejo Dylan

Nos sentamos a platicar, tranquilos con café en la mano y simplemente haciendo carspotting, habíamos adaptado ese término de la película Trainspotting y lo usábamos para cada vez que decidíamos sentarnos en algunas escaleras, una banca del parque o en algún café que diera a avenidas transitadas.

Comenzamos a hablar acerca de que la plática te da el verdadero enamoramiento hacía las personas, pues después de pasar el encantamiento físico lo único que queda es eso: la plática y sus diferentes caminos. Fue así que comenzamos a hablar de Bob Dylan.

Decíamos que podíamos conocer a una persona al saber su disco favorito de Dylan y que era mucho más acertado que cualquier entrevista, aseveramos que las personas conservadoras se quedarían con The Freewheeling mientras que alguien que prefería el autodescubrimiento se iría por el Modern Times; hablamos de las diferentes etapas del enamoramiento a través del Nashville Skyline, el Blood on the Tracks y el Time out of Mind. Yo te dije que además de ese tema, podías darte cuenta del significado que una persona tiene para ti por la canción que, durante su plática, viene a tu mente.

Continuamos haciendo carspotting y cambiábamos de tema a tema; fue entonces cuando comenzaste a platicar acerca de planes a futuro, de tu miedo a la soledad y de cómo esos pequeños momentos en que, tomando café conmigo, te sentías segura. Yo simplemente enmudecí al darme cuenta en tu voz que deseabas que en ese momento yo pensara en Make You Feel My Love, mientras, con toda la tristeza del mundo, notaba que mi pensamiento estaba en It Ain’t me Babe. Terminamos el café y caminamos, por primera vez los dos permanecimos callados.






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