Ir al contenido principal

De bailes, los Bitles y covers a Cohen

La vida no eres tú, dijiste mientras yo tomaba un poco más de vino y ponía I Will de los Beatles, una canción corta que exige escucharse una y otra vez para comprender la grandeza de su letra tan simple. Vi que tu mirada estaba más atenta a mi reacción que al Jenga que jugábamos. Simplemente volteé a verte y tarareé "Will I wait a lonely lifetime?, if You want me to I will. Tu mirada reflejó incertidumbre y guardaste silencio intentado descifrar si había querido decirte algo con esa línea. La noche había iniciado con un poco de Jenga y vino tinto; cuando yo te dije lo tanto que disfrutaba estar contigo fue que dijiste tu frase.


La vida no eres tú, volviste a decir enfatizando tus palabras, desesperada porqué yo comencé a hablar  del concierto de Kashmir en el que, bailando Melpomene nos habíamos conocido y en el que habíamos iniciado una serie de bailes juntos: en conciertos, fiestas o caminando por la calle. Comprendí que te desesperaba mi falta de respuesta, así que contesté: lo sé, la vida tampoco eres tú ni la vida es contigo. Quedaste callada un rato y después sonreíste al darte cuenta de que entendí lo que querías decirme.

La vida no eres tú ni yo ni contigo ni juntos: yo no tenía ganas de tener una relación y tu no tenías ganas de  tenerla conmigo. Nos habíamos visto muy pocas veces y las disfrutamos y bailamos tanto que era fácil confundir las cosas e intentar algo que estuviera marcado por la temporalidad de un romance, yo era feliz con la eternidad de ser cómplices.

Canté un pedazo de la canción: "Love You Whenever we are together, love You when whe are apart", en ese momento repetí: la vida no eres tú ni es contigo, la vida son los pequeños momentos que pasamos juntos, la vida es cuando bailamos; Te paraste y tomaste el Ipod para poner la versión de The Civil Wars de Dance to the End of Love de Leonard Cohen y tomaste mi mano para comenzar a bailar.




 Percibiste mi miedo, un poco de tristeza e incertidumbre pues no sabía como reaccionarias ante mis palabras y fue entonces cuando me hiciste bailar a través del pánico hasta que me sentí seguro. Yo sentí que temías que  me alejara de ti al darme cuenta de que ninguno de nosotros era la vida; ambos queríamos seguir bailando juntos durante mucho tiempo en esporádicas o continuas ocasiones, entonces simplemente te hice bailar muy tiernamente.

Y en ese momento, junto con  las voces que la banda entrelazaba melódicamente, bailamos mientras ante nosotros pasaba el beso que nunca llegaría. Bailamos hasta el final del amor que ahora conocíamos. Te despediste, y al salir pude ver que me dejabas ver tu belleza, ahora que los testigos se habían ido.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Golpea el apagador

El principal problema del Sindrome de Peter Pan, no es ese miedo a tomar decisiones maduras o el pavor a comenzar a tomar la vida en serio; no es la necesidad de tener alguien que te contenga y te haga dejar de ser inmaduro. Ni siquiera es el evitar toda responsabilidad. El principal problema es no poder dejar de perseguir tu sombra.