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Mostrando las entradas de septiembre, 2007

El Enojo y La Locura

Me dió la pistola y me dijo: "tienes que matar a una de dos personas, la primera me traicionó y la segunda le ayudó". Yo lo vi fijamente, era mi primer trabajo como asesino a sueldo y me costaba un poco de trabajo lidiar con el asunto de matar; sin embargo, necesitaba el dinero y salir de la rutina. Tome la pistola y me dedique a seguirlos; no podía comprender la traición de la que hablaba mi cliente y mucho menos la idea de vengarse de esa forma. Al final de todas mis pesquisas, que incluían poca investigación y mucha imaginación, tenía perfectamente armada una historia en mi cabeza: motivos, momentos, causas. Y la verdad, al menos en mi imaginación la supuesta traición ameritaba un enojo, no un asesinato, pero no me pagaban por imaginar. Antes de disponerme a hacer el trabajo, me vi con mi cliente, además de cobrarle quería escuchar de él por última vez que en realidad quería que lo hiciera. Los dos fumababamos y al interrogarlo descubrí algo en su mirada que me era familia

Nunca Cierres Los Ojos

La ignorancia es felicidad es lo que pienso al caminar y cuando me molesto por lo que sé que se dirá. La ignorancia es felicidad y es lo que me hace sonreir; sólo necesito no saber lo obvio y no observar lo no oculto. Y es lo que me hace ser yo, todo lo que me permite seguir sin dudas ni premisas sin necesitar mentir. Así que tomemos el camino y no me digas a donde vamos Tomaré el volante y arrancaré. Mírame sin decir nada y dame un gesto para seguir, al avanzar podremos hablar sin mencionar lo que queremos decir. Observa mi sonrisa, ve mis ojos; puedes verte en mi viendote en ti Y así, sin necesidad de sonidos sabremos qué queremos decir: Pasemos una noche estilo Kundera y dejemos que la pasión sea deseo y que el deseo sea amor y que el amor sea silencio. Eso me hara ser yo eso me permitirá seguir sin dudas ni premisas sin necesitar mentir. Toma mi mano esta noche y damé el beso más largo. La ignorancia es felicidad; Fingiré que nunca lo supe si tú finges que no lo sé.

Matando lo Muerto

Bajar por Reforma y Palmas era lo cotidiano, hacerlo pachecos era lo común. Fumar un poco al salir de clases y poner a James o a Manú, dependiendo del coche en el que fuéramos. El tiempo de la escuela al Seven de Conscripto era el suficiente para que nos entrará un poco la seca y parar ahí a comprar unas chelas. La vida no era más feliz, no era más facil, no eramos diferentes ni hemos madurado, no cambiamos; y cuando tenemos ese tipo de recuerdos, pensamos en que deberiamos volver a hacerlo; sin embargo, no lo haremos. No porque nuestro Superyó haya perdido laxitud ni porque estemos ocupados viviendo nuestras vidas; no lo hacemos porque no estamos en la escuela, ni tenemos que tomar para nada Reforma y Palmas, además de que no estamos todos juntos al terminar el día Es cuando te das cuenta que el tiempo no lo contruyen los días y horas, lo construyen los lugares y la gente.